Hay miradas que te desabrochan el vestido y miradas que te abrochan el alma. Eso decía mi abuela, es una frase con la que hemos crecido todas las mujeres de la familia. Luego cuando eras lo suficientemente mayor como para entenderlo te explicaban que nunca se sabe que es mejor, que la primera puede hacerte sentir violenta o deseada dependiendo del dueño de los ojos, pero que igualmente puede producir una infinita ternura o una inmensa desazón la segunda, por idénticas razones.....
Cada mañana acudía a desayunar a un bar cerca del trabajo, era un lugar limpio, cómodo y cuyo personal no solía inmiscuirse en los asuntos de los clientes, no daban conversación por compromiso y tampoco te preguntaban que libro traías hoy bajo el brazo. Te dejaban hacer, tomarte el café y observar por la ventana, o leer, o simplemente quedarte en blanco y eso es algo que por la mañana, agradezco mucho.....
Un día como otro cualquiera al ir a pagar me dijeron que ya habían pagado. Sorprendida pregunté por la persona para darle las gracias, aunque en realidad lo que me mataba era la curiosidad. El camarero me dijo que mi benefactor mañanero prefería mantenerse en el anonimato.....
Salí a la calle con las mejillas acaloradas, producido tal efecto por una mezcla de ofuscación y embarazo a partes iguales y no pensé más en ello.....
La operación se repitió un día tras otro y desde entonces cogí la quizás, indiscreta costumbre de escudriñar a todos y cada uno de los clientes. Los había altos y bajos, unos que hablaban a gritos y otros que desayunaban en completo silencio. Había personas amigables y un par de huraños. Mujeres bien vestidas y señoras de la limpieza a punto de entrar a trabajar y esgrimir su escoba con más furia que Atila. Un día tras otro me pagaron el desayuno, la negativa del camarero a cobrarme siempre fue rotunda y durante muchos meses no pude adivinar quien estába detrás de aquél gesto. Tampoco era para ponerse de pie y dar un mitin a todos los clientes preguntando abiertamente. Aunque ganas no me faltaron.....
Hasta que un día al salir de la cafetería olvidé preguntar por mi cuenta, fruto de una fea costumbre, y el camarero muy discretamente me llamó. ....
.. ..
- Señorita perdone, tiene usted que pagar, hoy no ha venido su amigo y me temo que no volverá.....
Al apuro que pasé se le sumó la sorpresa.....
- ¿Qué quiere usted decir con eso, se ha marchado de la ciudad?....
- No señorita – respondió el camarero apurado-. Su amigo secreto era el anciano que se sentaba frente a usted.....
Lo recordaba perfectamente, un señor de unos ochenta y tantos años, muy limpio y bien peinado que me saludaba quitándose el sombrero cada mañana. Alguna vez incluso me recitó un poema y me dijo que mis ojos delataban una curiosidad innata y que eso era bueno siempre.....
- Oh no tenía ni idea, le pregunté a usted muchas veces por su identidad!!!!!....
- Lo sé y lo siento, -dijo el camarero aclarándose la voz-. Me consta que a duras penas podía pagarse su café, pero a usted le pagaba el suyo con tostada con mucho gusto. Decía que ya no hay gente joven que haga crucigramas y que usted los hacía todos. El cogía el periódico que usted dejaba al salir y revisaba las palabras ordenadas en cada casilla. Se alegraba de su sed de conocimientos y decía que mirarla cavilar era un oasis en el desierto. Estaba enfermo y murió ayer, no volverá. Me dijo que si alguna vez preguntaba, sólo cuando él faltase, le dijese que nunca pierda la curiosidad, que es lo único por lo que merece la pena vivir.....
Han pasado muchos años, muchos, veinticuatro para ser exactos. Nunca supe más que su nombre de pila, Paco. Pero tengo clavados en la memoria sus ojos azules, su escaso pelo blanco impoluto y su sonrisa franca. Todavía no he olvidado a mi amigo ni he olvidado su consigna. La mirada de Paco me abrochó el alma para mucho tiempo.....
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ResponderEliminar....esta ternura de relato me enseña a estar más despierto ante la vida. Puede suceder que seamos el soporte vital para alguien, sin tener la más mínima conciencia de ello; que seamos la chispa que enciende la ilusión que impulsa la levantarse al salir el sol; que seamos incluso el propio sol de la aurora para quien ya sólo lo ve en el crepúsculo......
ResponderEliminarSería fantástico caer en la cuenta del maravilloso anonimato de Paco. Su actitud se parece mucho al AMOR....